En Guatemala la clara subrepresentación de mujeres y pueblos indígenas pone en cuestión la calidad del ejercicio democrático. Esta subrepresentación se debe, entre otras cuestiones a la violencia política contra las mujeres políticas cuya consecuencia más importante es la reproducción de la discriminación de ellas en los espacios políticos y de toma de decisión.
La ausencia de marcos legales que normen la participación en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres es una de dichas manifestaciones y, además de agudizar la subrepresentación de mujeres en cargos públicos, incumple con los compromisos internacionales asumidos por el Estado guatemalteco (Cuarta Conferencia de la Mujeres, Beijing: 1995; CEDAW,1979; Belem Do Pará, 1994; entre otros). Actualmente, y desde 2015, las mujeres conforman el 53.7 % (TSE) el padrón electoral, son las que más votan (55.1 % en 2015) pero son las que cuentan con menor porcentaje de participación y representación. Contrariando lo sucedido en otros países del continente, donde la presencia de mujeres parlamentarias se ha triplicado en los últimos veinte años (Freidenberg, 2017), en Guatemala se han necesitado 30 años y aún no se ha cumplido con ese aumento.
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